El 10 de enero de 2022 pasará a la posteridad como uno de los días más nefastos de la historia de Nicaragua. Con el rechazo del pueblo nicaragüense, la comunidad internacional y, violando el ordenamiento jurídico nacional e internacional, la dictadura Ortega-Murillo reafirma un período más para su proyecto de destrucción nacional. Sin embargo, hoy los nicaragüenses reafirmamos nuestra convicción por construir un país más democrático y justo, pues no nos acostumbraremos al yugo de la opresión.
El régimen es violatorio de la legalidad democrática; no solo por haber cometido una farsa electoral el 7 de noviembre de 2021, sino por las reiteradas violaciones a los derechos humanos y al estado de derecho desde 2007. Entre estas violaciones destacan: la reelección en 2011, la cooptación de los poderes e instituciones del Estado, la represión y persecución política contra la oposición, así como la imposición de procesos electorales.
En esta nueva fase de la lucha por la libertad de Nicaragua, la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia reafirma su compromiso por liberar y democratizar Nicaragua. Desde su fundación en mayo de 2018, hemos promovido una salida cívica a la profunda crisis que vive Nicaragua y que se agravó con la respuesta represiva del régimen al estallido social en abril de 2018. No creemos en la violencia, en la imposición y en la arbitrariedad. El pueblo nicaragüense decidió romper el ciclo de violencia histórico que ha sumido a Nicaragua en el atraso, la pobreza y la inestabilidad.
La consecución de estos objetivos pasa por la construcción de un movimiento democrático nacional amplio que una y organice a la mayoría de los nicaragüenses. Esta unión de la oposición nicaragüense pasa primero por adoptar una estrategia de lucha clara, viable y coherente con los principios y objetivos de la lucha cívica.
Desde su fundación, la Alianza ha propuesto una agenda de democratización que plantea reformas electorales que garanticen elecciones libres que den paso a un gobierno que institucionalice democráticamente el Estado de Nicaragua.
En la Alianza no creemos en la confrontación y ni en la violencia, hemos apostado siempre al diálogo y la negociación sincera, pues es el único camino para una solución pacífica a la grave crisis que vive el país. Sin embargo, el régimen ha preferido el camino de la confrontación y la violencia, no mostrando ningún interés por solucionar la crisis nacional. Al contrario, ha agravado la situación radicalizando sus posturas y acciones autoritarias.
Ante la radicalización de la dictadura, los demócratas no debemos dejar que la indignación se transforme en frustración, impotencia y odio. Ante cualquier agravio, los demócratas siempre tenemos que demostrar que somos la alternativa diferente, la opción democrática del cambio que todos los nicaragüenses anhelan.
¡Nicaragua está hecha de vigor y de gloria! ¡Nicaragua está hecha para la libertad!