Saludamos la conmemoración del Día internacional de los pueblos indígenas el 9 de agosto, particularmente a los pueblos indígenas del pacífico, centro, norte y costa caribe, que, al ser los primeros pobladores de la nación, con su cosmovisión, cultura, lengua, tradiciones nos han heredado prácticas y fortaleza al mantener su identidad y la relación armoniosa con la madre tierra, proveedora de la continuidad de la vida.
En Nicaragua no hay nada que conmemorar, solo indignación. Desde 1894, los pueblos indígenas y en especial la Costa Caribe de Nicaragua, esperan el cumplimiento de las promesas de bienestar del estado de Nicaragua en el marco del Tratado de Managua. Se carece de la promulgación de leyes para la Autodeterminación, para la protección de lenguas, de la tierra y territorios. En esencia, no se ha cumplido con nada para el bien común.
Los pueblos indígenas del pacífico, centro, y norte, luchan para ser reconocidos y restablecer su costumbres y gobernanzas ancestrales, que practican de generación a generación y que no son reconocidos por los alcaldes de los municipios.
Los pueblos indígenas de la Costa Caribe viven el dolor de la invasión de colonos. A la fecha, ninguna institución del Estado con competencias específicas para el cumplimiento de la Ley 445 sobre los derechos de la tierra, ha cumplido.
Tampoco existen condiciones para la atención de la pandemia del Covid–19, ni programas de prevención. Los pueblos indígenas están solos. La nueva Nicaragua de basarse en una visión de nación donde el Estado tenga la obligación de crear y mantener mecanismos eficaces para la prevención y el resarcimiento de todo acto que constituya una violación o menoscabo a los derechos de los pueblos indígenas, y en el irrestricto respeto a sus derechos ancestrales consignados en la Constitución Política de Nicaragua, tratados y convenios internacionales.