El atentado ocurrido el 31 de julio contra la Capilla de la Sangre de Cristo en la Catedral, el asalto a la Capilla Santa Lucía, también Managua, y múltiples otros ataques constituyen actos terroristas. Estos actos, contra la Iglesia Católica como una política represiva por parte de la dictadura evidencian la vulnerabilidad a la que nos vemos sometidos los nicaragüenses ante el régimen actual.
Los responsables directa o indirectamente de los repetidos ataques a la Iglesia Católica buscan culpables y fabrican propaganda que insulta en complicidad con la Policía Orteguista. Intentan implicar a personas inocentes, exponiéndolas por su compromiso con la verdad y la justicia. Hacemos responsable al régimen Ortega Murillo de cualquier ataque en su contra.
Nos solidarizamos con la comunidad católica de este país, la Arquidiócesis de Managua y la Conferencia Episcopal de Nicaragua, que ha sido un ejemplo digno de moral y entrega para las familias nicaragüenses acompañándonos en los momentos más difíciles.
La política terrorista que mantiene el cercenamiento de los derechos de la ciudadanía a costa de la impunidad del Régimen actual es parte de los cambios que como nicaragüenses estamos demandando.
Exigimos una investigación real, sin impunidad, la cual contenga la verdad de los hechos, y se cuente con expertos en la materia para garantizar la credibilidad de las investigaciones.
Repudiamos las mentiras del régimen y el odio destructivo contra la Iglesia Católica y contra la ciudadanía que han incitado y declarado desde plazas y discursos.